Los picos de mortalidad durante las olas de calor son cada vez más frecuentes y acabarán siendo habituales en el futuro. Así lo revela un análisis probabilístico realizado por investigadores europeos, con datos de ciudades como París y Barcelona.
La mortalidad relacionada con el calor se ha identificado como uno de los principales extremos climáticos que suponen un riesgo para la salud humana. Las investigaciones actuales se centran sobre todo en cómo aumenta esta mortalidad con el aumento de la temperatura media mundial.
Sin embargo, estos cambios están fuertemente impulsados por eventos extremos que se vuelven más frecuentes e intensos, hasta ahora invisibles, que alcanzan territorios inexplorados.
Así lo muestra un nuevo estudio publicado en Nature Communication, liderado por centros de investigación suizos y en el que participa el investigador Dominic Royé de la Fundación para la Investigación del Clima (FIClima), donde se cuantifican los cambios en la frecuencia de eventos extremos por calor y la mortalidad asociada.
A través de un análisis probabilístico, los autores combinan, por una parte las relaciones entre el calor y la mortalidad para 748 localidades de 47 países, y por otra, los datos de grandes conjuntos de modelos climáticos, para identificar probables eventos estivales pasados y futuros de gran impacto.
Así, en la mayoría de los lugares, la mortalidad por calor de un evento de uno cada 100 años en el año 2000 o principios de este siglo se esperaría una vez cada diez o veinte años en el 2020 o el clima actual.
Bajo estas condiciones se prevé que estos periodos de retorno se acortan aún más bajo niveles de calentamiento de 1,5 °C y 2 °C, donde los extremos de mortalidad por calor del clima pasado acabarán convirtiéndose en habituales si no se produce ninguna adaptación.
Dado que los efectos no son lineales, tanto en los nuevos extremos climáticos como en la vulnerabilidad al calor de la población, se deben esperar impactos sin precedentes en la salud humana, sobre todo entre los más desfavorecidos, si se supone que no hay adaptación.
Las conclusiones del estudio subrayan la urgente necesidad de una fuerte mitigación y adaptación para reducir los impactos sobre la vida humana.
Los ejemplos de París y Barcelona
Como ejemplo, mientras que el verano de 2003, con un exceso de mortalidad de 2700 personas sólo en París, era un acontecimiento muy raro que se producía una cada 100 años, en el clima actual se espera que sea un acontecimiento cada 18 años y cada cuatro años en un mundo de 2°C de calentamiento global.
Al mismo tiempo, la mortalidad causada por futuros veranos en París con intensidades sin precedentes, se duplica en un mundo con 1,5°C y casi se triplica en un mundo con 2°C sin adaptación.
En España, un evento extremo estival que en un pasado reciente se podía dar en uno de cada 100 años, en la actualidad en Barcelona, por ejemplo, su frecuencia ha aumentado a uno cada 10 años en 2020, e incluso con un calentamiento global de 2ºC se esperaría que fuera de 1 cada 2 años.
Por lo tanto, la mortalidad atribuible al calor de un evento secular pasaría del 7,4 % en 2020 al 13 % en un mundo de 2 °C de calentamiento global.
Con este enfoque se puede cuantificar el impacto potencial directo del cambio climático en la salud humana. Los resultados a nivel de ciudad son más prácticos para los responsables de la toma de decisiones, como las autoridades de salud pública.
Esta información también puede ser de gran utilidad para los tomadores de decisiones, con el fin de prepararse para las condiciones extremas del futuro. Así se podrá dar la oportunidad a una mejor adaptación y reducción de la vulnerabilidad, que es la aplicación final más importante del estudio.
Referencia: Samuel Lüthi et al. “Rapid increase in the risk of heat-related mortality“. Nature Communications, 2023
Fuente: FIClima